¡Qué relato incómodo! Y ¡qué humano!1
Hay circunstancias que de lejos parecen divertidas, pero la escatológica tragedia es tan vívidamente relatada que difícilmente puede parecer cómica. Quizás el distanciamiento con lo que le ocurre a alguien puede esbozar una sonrisa, pero esta historia cargada de detalles no deja de establecer un vínculo de cierta cercanía que produce una lastimera empatía.
Tsutsui no desacelera la intensidad de su relato, es la viva representación de que aquello que puede ir mal irá peor y llevará al lector al inminente desastre. Me pregunto si la mente occidental puede entender el transfondo social japonés y en cierta forma entrever en la irónica situación lo plausible de esta.
Estos cuentos cortos son un giro en el estilo compositivo de alguien que escribió “Paprika” y “La chica que saltaba a través del tiempo”. No esperaba tal vuelta y, sin embargo, qué sorpresa ha sido: un aire diferente a muchas cosas que estoy acostumbrado a leer.