¿Qué puede decir uno de Cortázar? Uno simplemente cae rendido ante la narrativa impecable y absorbente.
Sé que escribo mucho y leo mucho en inglés. Y ¿cómo no? Ya decía Borges que el inglés ‘por ser más sintético y directo producía una evocación más definida y poderosa con cada palabra’ (Della Paolera). En cierta forma me siento más atrapado por el relato en inglés que en español. Pero con este ejercicio de lecturas cortas, y tras haber leído (lamentablemente) a Jon Fosse, no puedo estar más fascinado con este cuento de Julio Cortázar: la acogedora forma de contar una historia resultó ser reconfortante y paternal.
Me resulta interesante leer el cuento en voz primaria de uno de sus personajes, uno desconocido. Una historia de cómo él y su hermana Irene, cuidan de la casa que heredaron de su abuelo, una de esas casas grandes y antiguas. La rutina como ritual de vida en las tareas cotidianas de limpieza y cocina, las antiguas aficiones como coser y ordenar viejas estampillas que evocan más a la vida en pareja que a la de dos hermanos (hay teorías interesantes en torno a ello).
El relato se vuelve misterioso, tanto que permite elucubrar tantas posibilidades. Y es aquí donde se percibe el genio tras la composición. ¿Qué pueden ser los ruidos que agobian a los hermanos? ¿Acaso es algo paranormal? ¿Acaso una metáfora? O ¿quizás gente tomando por fuerza lo que no es suyo? Me gustaría imaginarlo como un símbolo de perder un poco la voluntad de persistir y simplemente aceptar sin enfrentarse a las circunstancias, a la vida misma.
En cierto modo, es una linda forma de hacer pensar que aún vale la pena continuar luchando para no perder esos ‘15.000 pesos’, o de ’no tirar las llaves a la alcantarilla para que no puedan entrar en lo poco que me queda’.
Sin investigar mucho, entiendo que existen muchas teorías alrededor de la Casa Tomada, y sin temor a estar sesgado por lo que leí, así quiero imaginarme el motivo del texto. Impedir que tomen la casa.